CRÓNICA | El Chapecoense remontó la cuesta de la tragedia de Medellín en un estadio en Maracaibo

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El equipo entrenó en el engramado zuliano | Foto: Rafael Sulbarán

Maracaibo.- La final de la Copa Sudamericana 2016 se jugaría en su partido de ida el 28 de noviembre en el estadio Atanasio Girardot de la ciudad de Medellín. El equipo Chapecoense venía de una campaña exitosa y deseaban volverla aún más resaltante venciendo al Atlético Nacional de Medellín. El avión, cargado con 77 personas, sobrepeso, muchos sueños de gloria, irregularidades ejecutivas, dudas del piloto y ánimos de llegar felices al final de una gran temporada, se estrelló faltando apenas cinco minutos para su arribo al aeropuerto José María Córdoba, de la capital del departamento de Antioquia.

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La tragedia hizo su nombre imborrable y le arrebató casi todo su plantel titular, los suplentes, pero también los llevó a Maracaibo. Al ser campeones de la Copa Sudamericana, el conjunto brasileño obtuvo un cupo directo a la Copa Libertadores 2017 donde quedaron agrupados en la llave 7 con el Lanús argentino, el Nacional uruguayo y el Zulia venezolano.

Maracaibo fue el anfitrión el pasado siete de marzo del primer partido internacional del Chapecoense, luego del accidente aéreo. “Es un partido que tiene mucha carga emotiva por todo lo que ha pasado este club en los últimos meses, por eso le pondremos mucho corazón para empezar a darle alegrías a esa fanaticada que quedó destrozada luego de la catástrofe”, expresó Vagner Mancini, director técnico durante una práctica en el estadio Pachencho Romero de Maracaibo.

“Este viaje significa mucho para nosotros, primero representa nuestro debut en el torneo más importante del continente y segundo por el compromiso de jugar y jugar, jugar y ganar en nombre de todo nuestro equipo perdido y de esa fanaticada dolida”, comentó Plínio David De Nes Filho, presidente del club.

El viaje

Chapecoense arribó a tierras venezolanas el lunes 6 de marzo a la 1:00 de la madrugada. El destino de origen fue San Pablo, con escala en Panamá. Un reconocido hotel de la capital del estado Zulia los alojó sin dejar acercarse a ningún curioso, a ningún fanático y a ningún periodista. “Tal vez no querían que los molestaran con preguntas sobre el accidente”, reflexionaba María Bastidas, una fanática del Zulia que se encontraba en la cola para adquirir entradas.

En el estadio la tónica no cambió mucho las primeras horas, ya que el entrenamiento fue a puerta cerrada, sin embargo, dejaron una ventanita de 10 minutos para capturar el momento del estiramiento, el momento de la concentración, el momento de la química del equipo.

Durante más de la mitad de esos 10 minutos, los atletas formaron un círculo en medio del engramado… estaban como paralizados o, al menos, eso pareció por algunos segundos. Podía ser alguna especie de ritual o cábala que cumplen antes de estirarse, pero también un rezo, una plegaria por sus compañeros desaparecidos.

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Luego de esos minutos en el centro del campo, bajo el ritmo de música popular brasilera, arrancó el entrenamiento. Patadas, balonazos, cabezazos, corridas, barridas, risa, broma y baile. Eso se palpó. El roce de la pelota con la grama, el sonido del balón golpeado por el pié era interrumpido por bromas, gritos de júbilo en portugués de algo jocoso que habría sucedido a alguno de los jóvenes futbolistas. Buena vibra, eso se sintió.

El equipo

Luego de la práctica, se anunció la recepción a la prensa. Periodistas locales, nacionales e internacionales abordaron a Mancini, Nes Filho y al portero Elías Curzel, de 21 años, uno de los nuevos componentes del equipo y determinante en el partido que se jugaría al día siguiente. Vestir la camiseta del Chape y sustituir a una de las figuras como Danilo Padilha, es todo un reto para Curzel, “es difícil tomar esa posición, Danilo era un líder, una de los pilares representativos del club y lo he asumido con mucha entrega rindiendo un homenaje en cada balón jugado”, mencionó Curzel, emocionado, al recordar a Danilo quien con sus atajadas inscribió al Chape en esa final sudamericana.

La plantilla para este 2017 está compuesta por 40 jugadores de los cuales 14 son originales de sus filas. Llegaron 26 nuevos nombres en diferentes transacciones como cambios, fichajes o préstamo de diferentes equipos del Brasil. Entre esos 40 jugadores del plantel, llamaron la atención dos, que además fueron inscritos en la lista de jugadores para la Libertadores. Alan Roushel y Neto, dos de los tres sobrevivientes del equipo figuran a pesar de que aún cumplen con el proceso de recuperación y aún no se sabe cuando puedan volver a la vida futbolística en cancha. Jackson Follman, portero suplente del conjunto fue el otro componente que sobrevivió. Le fue amputada parte de una pierna.

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Un total de 19 futbolistas perdieron la vida en aquel accidente, prácticamente la mitad del equipo contando también al director técnico Caio Júnior. “Tomamos la rienda del grupo con mucha responsabilidad, sabemos que tenemos un compromiso muy fuerte por todo lo que implicó la pérdida, pero sabemos que venimos a jugar en el terreno y no queremos dar lástima, venimos a jugar fútbol con nombre y apellido”, relató Mancini que tomó la dirección en diciembre.

El primer triunfo, el renacer

Aquellos goles que se ahogaron en el accidente aéreo de Medellín, llegaron a Maracaibo la noche ventosa del 7 de marzo. El triunfo internacional que se derrumbó con el colapso del avión, subió a la pizarra en un juego que dominó Chapecoense, con el Zulia FC dormido en su propio terreno, con una pizarra que se apagó al final de los 90 minutos con un 2 a 1 a favor de los brasileños.

Así regresó el Chapecoense de su pesadilla, cargado sobre la voluntad de una plantilla nueva que no temió andar sobre nubes en un avión, para otra vez alcanzar la gloria del fútbol.

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