
La Guaira.- La falta de agua potable en el estado Vargas ha obligado a sus residentes a hacerse de formas rudimentarias para poder resolver acciones cotidianas, como lavar la ropa, cocinar o simplemente bañarse.
Desde el establecimiento de conexiones directas con los ríos, lo que les permite captar agua sin ningún tipo de tratamiento sanitario, hasta el uso de los aliviaderos del Acueducto Litoral de Hidrocapital, que se han transformado en salas de baño y lavanderías, sirven de paliativo a cientos de litoralenses tras las cuatro averías que desde el 14 de octubre ha registrado la aducción Maya – Picure, la fuente acuífera más importante del tramo de acueducto que suministra agua a las parroquias Catia La Mar, Urimare, Carlos Soublette y Maiquetía, las más pobladas de la entidad costera.
“Hay que buscar cómo solucionar y por eso estamos aquí. Con toda la ropa sucia y sin agua para cocinar. Los muchachos salen a trabajar o a estudiar, pero sin ropa limpia no se puede. Aprovechamos de bañar a los más pequeños y de caletear uno o dos envases hasta la casa”, cuenta Juana Díaz, vecina de Barrio Aeropuerto, quien usa el aliviadero de Hidrocapital que se encuentra en la avenida La Armada, en la parroquia Urimare.

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En el aliviadero también se dan cita vecinos de La Lucha, Santa Eduvigis y Ezequiel Zamora, zonas populares de Urimare y Catia La Mar, que reportan entre 40 y 65 días sin agua potable. “Si no nos matan por la falta de comida, será por la falta de agua. Carneiro dijo que en 15 días esa tubería estaba lista y nada. Las cisternas están carísimas y las de la Gobernación llegan, si acaso, a las escuelas, más nada”, comentó con molestia Saúl Millán, vecino de Catia La Mar, quien trasladaba agua con bidones en una carretilla.
Si bien el agua del aliviadero es agua potable, que en teoría es para consumo humano directo, residentes de otras zonas están haciendo uso del agua de los ríos o cuencas menores. Así ocurre en diversos lugares, como Canaima, La Tropicana, Marlboro y La Pedrera, en la parroquia Carlos Soublette.
“No queda de otra. Agarrar agua del río Curucutí es nuestra única opción. Sirve para cocinar, bañarse y echarle a los baños. Si la hiervo bien no sabe tanto a agua de río”, cuenta Rosa Bonifacio, vecina de La Pedrera.
En cuanto a la regularización del sistema de distribución de agua, fuentes de Hidrocapital aseguraron que la inestabilidad de los suelos y el estado de la vialidad siguen siendo obstáculos para la reparación del acueducto, por lo que no se tiene fecha certera para que se retome el bombeo de agua potable desde los diques toma de Oricao y Chichiriviche.
