El pequeño quedó atrapado en una balacera protagonizada por dos delincuentes

Por Darvinson Rojas
Un disparo en la cabeza acabó con la vida del niño Michael Keiber González, de siete años, mientras jugaba baloncesto con ocho amigos en una cancha ubicada a media cuadra de su residencia del sector La Sequia de Carapita, en el municipio Libertador de Caracas.
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A las 5:30 de la tarde del sábado, un delincuente de la zona conocido como «Gomelo» le disparó a otro apodado «cara e bloque» y ambos intercambiaron disparos al final de la calle Rómulo Betancourt, en pleno espacio recreativo. Ninguno de ellos fue alcanzado por las balas, indicó una versión policial.
El pequeño, que estudiaba segundo grado en el Colegio Miguel Otero Silva de Santa Ana, quedó atrapado en el tiroteo. Los vecinos comenzaron a gritar y lo trasladaron al hospital doctor Miguel Pérez Carreño de La Yaguara, donde lo dejaron en observación hasta el día siguiente que falleció a las 9:00 de la mañana.
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Era el menor de dos hermanos y era fanático del equipo Cocodrilos de Caracas, que seguía a través de la televisión. «Ahorita la bandas están muy desatadas. Hay que poner mano dura. No pueden estar cayendo niños inocentes por culpa de esas personas», expresó un familiar.
Según conteo periodístico, 81 niños, niñas y adolescentes han sido víctimas de homicidios en hechos violentos registrados en los municipios de Caracas, Miranda y Vargas. Entre la tarde del domingo y la mañana del lunes fueron ingresados 12 cadáveres a la morgue de Bello Monte.